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Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente

Este versículo hace un juego de palabras donde pone de manifiesto que “la ley” debe ser usada “legítimamente”. Paradójicamente nada se ha usado mas ilegítimamente que la ley. Esta escritura está indicado que, si hay un uso legítimo, es porque hay necesariamente uno que no lo es.
El uso legítimo de la ley dice que: “todo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley”.

El contexto en el que Pablo escribió esto, muestra que hombres se ufanaban de ser maestros de la ley sin siquiera entender de lo que estaban hablando. No sería de extrañarse que fueran aquellos Himeneo y Fileto de 2ª Timoteo, que con el “mal uso” de la Palabra provocaban desvíos en las personas en lugar de ser una senda recta. Estos eran un claro ejemplo de la Palabra de Dios “usada mal”.

Cuando la ley es aplicada directamente a la Iglesia de Dios, estamos ante un uso ilegítimo de ella, pues no fue dada para ella. Esto debe ser observado cuidadosamente cuando trabajamos la Palabra de verdad. ¿A quien está dirigida la porción que estamos leyendo?

Un claro ejemplo de la inserción de la ley en la era de la Iglesia de Dios es la aplicación del diezmo, el cual era “para Israel”. Jamás se le dice a la Iglesia de Dios que deba dar el diezmo, se habla de “ofrendas” de “dar como se propuso en el corazón”, de “ministración para los santos” pero nunca de “diezmo”. Sin embargo en la mayoría de la Iglesias de hoy se aplica “la ley” del diezmo.

¿Estamos diciendo que el creyente miembro del cuerpo de Cristo no debe dar? De ninguna manera. Estamos diciendo que Dios tiene un propósito para todo lo que dice, cuando lo dice y a quién se lo dice. El creyente renacido se relaciona hoy con algo mayor que la ley de Moisés y claro que da de su abundancia, ya que hoy, mas que nunca tiene motivos para dar para la obra de Dios, hoy como nunca antes en la historia de la humanidad la gracia de Dios ha sido derramada sobre él. Hoy no es 10%, es: “según propuso en su corazón”.